Cada vez presto más atención a los árboles y plantas para comprender mis circunstancias y tomar decisiones. Si te fijas en ellos enseguida percibes sus “latidos”, que se hacen eco en los tuyos. Y así, ocupándote de ti,confirmas si estás en el sitio adecuado, o si necesitas más luz, o menos agua, o un lugar más resguardado.
Hace un tiempo moví al patio de casa una planta que estaba expuesta al viento en mi balcón. En su nueva ubicación, en pocos meses, la planta se manifestó como lo que era en verdad: un árbol.
Cuando las condiciones exteriores se alían con tu esencia –con quien eres de verdad– el crecimiento es armónico y se potencia. Y esto –que es algo tan obvio– es también muy fácil de ignorar. Una planta no puede moverse por sí sola: debe adaptarse y resistir en las circunstancias que le han tocado. En cambio, yo sí que puedo cambiar las circunstancias externas de mi vida para atender a mi Ser. No todas, pero seguro que algunas sí. Y tú también puedes. Así crecemos y reverdecemos como personas. Primavera tras primavera: como los árboles.
Texto y fotografía de Mercedes Mas de Xaxàs Faus