«En lo más profundo del invierno, finalmente comprendí que dentro de mi yacía un verano invencible».
Albert Camus

Natural Writing – Escritura de la Naturaleza
«En lo más profundo del invierno, finalmente comprendí que dentro de mi yacía un verano invencible».
Albert Camus
Llevados por la alegría de salir a disfrutar de la belleza de la naturaleza durante la primavera, solemos pasar por alto lo inestable que es el clima en esta época del año, y lo equivocados que pueden llegar a estar los pronósticos meteorológicos.
Anuncian que no lloverá, pero terminas empapado de arriba abajo, que fue precisamente lo que me ocurrió el otro día.
Después de comprobar en la aplicación del móvil que estaría únicamente nublado pero sin llover, salí a caminar al bosque con el cielo gris.
Tome una ruta larga y bajé por los senderos internos que hay entre los pinos, en los cuales, se pueden encontrar las flores de lavanda silvestre y tomillo.
Justo cuando estaba por llegar al espacio plano y abierto de la Carretera de las Aguas, se escucharon los primeros truenos de presagio de tormenta, que confirmaban que el pronóstico meteorológico estaba muy, pero que muy equivocado.
En cuestión de segundos, las escasas gotas de agua se transformaron en una leve llovizna que pasó a ser lluvia intensa con el cielo -ahora sí- cubierto de nubes negras.
En cuanto pude, me refugié debajo de unos árboles muy grandes y frondosos, en donde la tierra aparentaba estar completamente seca.
El refrán dice “que bonito es ver llover y no mojarse”, pero que bonito es el sonido de la lluvia en el silencio del bosque, sin el ruido de mis pasos, ni los golpes del viento que cuando están presentes, terminan por opacarla.
Mientras esperaba, vi venir a un par de señoras mayores de 80 años, que caminaban a paso rápido con sus bastones de senderismo en mano. Al acercarse, escuché cómo la señora que llevaba puesta una chaqueta impermeable con capucha le decía a la otra:
–“¡Te estás mojando!”.
– “Qué va, si esto me cubre muy bien”, le respondió su compañera sin aflojar el paso y señalando su bonito anorak de plumas corto sin capucha, pero con la cabeza cubierta con un gorro de ducha transparente del que escurrían enormes gotas que le empapaban toda la cara.
Imagino que su amiga no estaba tan convencida -ni yo- al ver la diferencia de color en la tela que evidenciaba que el anorak no era impermeable, y sin aflojar el paso, le insistió con tono preocupado “¡pero te vas a enfermar!”, quizá para convencerla de que dieran la media vuelta para volver.
Sin disminuir el andar, su amiga se quitó las gotas que le caían por la nariz con un “estoy bien” y “no te preocupes”, y cambiaron la conversación mientras se alejaban caminando con el mismo vigor debajo de la lluvia fuerte que caía en esos momentos, igual de contentas y animadas, y sin siquiera mostrar un atisbo de interés en refugiarse debajo los árboles, igual que lo estaba haciendo yo.
“Ése es el espíritu”, pensé.
Sin dudarlo, volví a colocarme la capucha en la cabeza y me fui corriendo por el camino de tierra recordando la cantidad de veces que me había sorprendido la lluvia, y lo divertidas que habían sido.
Quizá porque la lluvia trae consigo algo mágico que nos revitaliza y nos hace conectar con la vida; que revive la alegría y la inocencia de los juegos -sin juguetes ni aparatos electrónicos- de la infancia en los que el agua y la imaginación son los principales protagonistas.
Tal vez por que el sonido de la lluvia y el de la risa se asemejan; ambos suenan como campanillas que despiertan el entusiasmo y terminan empapándote hasta la médula.
O tal vez, porque recordamos que después de la tormenta, saldrá el sol.
O porque intuimos que después del sonido del trueno que nos anuncia un cambio inminente e imprevisto, nos empaparemos de la magia, de la abundancia y de la alegría de la vida.
Al cabo de un rato paró de llover, y dejé el camino amplio y transitado para tomar un atajo montaña arriba.
A mitad del asenso, me crucé con un joven adolescente con chaqueta larga impermeable de color azul eléctrico que bajaba solo, con un paraguas abierto, el semblante serio y bebiendo de una botella de agua precisamente en el tramo mas resbaladizo, angosto, inclinado y lleno de piedras puntiagudas y filosas que sobresalen por doquier.
El contraste entre el joven y las señoras no podía ser más grande.
Había avanzado muy poco cuando empezó a llover otra vez. Y me alegré por el joven adolescente del paraguas abierto, y pensé en las señoras joviales que, para entonces -eso esperaba-, ya estarían terminado su recorrido.
Muy contenta, emprendí el regreso a casa caminando bajo la lluvia, sin prisa, ni preocupación por mojarme, feliz mientras escuchaba a los pájaros cantar y observaba cómo salían de entre los árboles para beber y jugar con el agua de los charcos.
Un rostro serio y apagado habla de la ausencia de alegría en el interior, mientras que la sonrisa natural, las risas espontáneas y un rosto luminoso muestran la vitalidad, alborozo, animación, entusiasmo, felicidad, contento, júbilo, gozo y regocijo del corazón.
De manera inconsciente e involuntaria, todos cargamos -en mayor o menor medida- con un bagaje invisible. Son los golpes, las caídas y las heridas emocionales (traumas) que no pudimos digerir en su momento -ni deseamos soltar porque seguimos aferrándonos a ellas-, y que terminamos escondiéndolas por aquello de que “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Las encerramos en el armario (cinturón energético alrededor del abdomen conocido como Dai Mai) para lidiar con ellas más tarde, hasta que las olvidamos -o nos convencemos de que las hemos olvidado-, guardadas en sus valiosos cofres, y camufladas de preciosas madejas de hilos de colores con las que tejemos, hilamos o bordamos los patrones ocultos de nuestra personalidad.
En la película mexicana Como agua para chocolate del director Alfonso Arau (1992), basado en el libro homónimo de la escritora Laura Esquivel, usan el refrán popular “arrastrando la cobija” para ilustrar poéticamente la extensión (duración en el tiempo) y la magnitud (profundidad) de la tristeza de Tita, el personaje principal, en su historia de amor con Pedro.
«La primera verdad, que enseñó Buda a sus discípulos, es que el sufrimiento es parte de la condición humana. Si simplemente tratamos de evitar enfrentar experiencias dolorosas, no hay forma de comenzar el proceso de curación. De hecho, esta negación origina las mismas condiciones que promueven y prolongan el sufrimiento innecesario».
— Peter Levine (Somatic Experiencing®)
Aunque nos olvidemos de ellas a nivel consciente, nuestro cuerpo no lo hace. Todo lo contrario. En virtud de esas memorias implícitas albergadas, se amolda manifestándolas temporalmente en un gesto, o indefinidamente como un hábito, una postura, un destino; adapta su biomecánica a nivel funcional para compensar las cicatrices, los excesos, las debilidades, los estancamientos, las carencias, el dolor o los requerimientos externos para salir adelante -primero como patrones neuromusculares y después a nivel más profundo en la fascia-, pero también, como una manera de susurrarnos -y a veces hasta de gritarnos- “algo” para que le hagamos caso.
Y como dice la afirmación anterior de António Damásio (especialista en neurociencia corporal y asesor de las compañías tecnológicas de Sylicon Valley), sin darnos cuenta, inclinamos el torso hacia un costado, inmovilizamos ligeramente un brazo, subimos los hombros, inclinamos la cabeza hacia un lado, extendemos el cuello hacia adelante, caminamos encorvados y mirando al piso, nos paramos cargando el peso en una pierna, etc.
Los movimientos se realizan de forma inconsciente a partir de esas relaciones internas desarrolladas por las posturas compensatorias, porque el cuerpo no miente, y expresa todo lo que la persona es incapaz de decir, ver, reconocer y exteriorizar de manera consciente. Tal vez, porque con el paso del tiempo, nos acostumbramos a ellas. Estamos tan familiarizados que dejamos de verlas y sentirlas. Inclusive, nos aferrarnos a ellas para reafirmarnos.
Todas las alteraciones, por muy pequeñas que sean, modifican la alineación de la estructura de nuestro cuerpo y nuestra percepción, sobre todo la propiocepción, generando una huella dinámica de movimiento que repercute también en nuestra postura vital, ya que ambas (la corporal y la psicológica-emocional) se retroalimentan.
información del mundo exterior recibida a través de los sentidos: vista, oído, tacto, gusto.
El cerebro prioriza las otras dos sobre la exterocepción. Los estudios de Oliver Sacks pueden resultarles interesantes.
sensaciones internas del cuerpo como mariposas en el estómago, escalofríos, piel de gallina, sofocos, sed, frío, ganas de ir al baño, hambre, etc. Influyen en la toma de decisiones.
postura corporal e influye en el autoestima, la memoria, la atención, los estados de ánimo, la detección de errores, la toma de decisiones, los mecanismos de estrategia, el reconocimiento, la creatividad, la verbalización, etc. Se localiza en la Ínsula y juega un papel directo en las emociones y los sentimientos al estar relacionada con el sistema límbico, es decir, con la experiencia subjetiva emocional y su representación en el cuerpo.
Nazareth Castellanos. Vídeos: Un cuerpo feliz y Postura y cerebro, Chikung
Si no se resuelven y se liberan, eventualmente se manifiestan como patologías, trastornos anatómicos y fisiológicos de los tejidos y los órganos enfermos. Se somatizan. Se filtran poco a poco hasta que la presión es tan grande que se desbordan, igual que un río que termina rompiendo el dique de contención, arrollando todo a su paso. A mayor cantidad de agua, mayor devastación. Esto se debe a que «la materia se mueve por la energía que se despliega en el espacio con el tiempo», tal y como nos recuerda el doctor Thomas Myers (terapeuta manual y especialista en el sistema de la fascia) para explicar las diferentes formas de tratarlas una vez que emergen.
La Medicina de la Materia: la más dominante en nuestros días, busca modificarla bioquímicamente a través de la introducción y circulación de sustancias en el cuerpo: alimentación, hierbas y medicinas (drogas).
La Medicina de la Energía tiene como finalidad el flujo de la energía o ‘fuerza de acción’ para trabajar, surgir, transformar y ponerla en movimiento (acupuntura, Reiki, qigong y artes marciales), y por lo tanto, escanea los bloqueos y desequilibrios para armonizarla.
La Medicina del Tiempo que usan los chamanes, psicólogos y otras disciplinas similares, se propone traerte al momento presente –al aquí y al ahora– de la filosofía budista- para que dejes de estar moldeado por los traumas del pasado (integración de una experiencia traumática) o por la ansiedad de un futuro incierto.
La Medicina Espacial que se preocupa por cómo nos desenvolvemos en el espacio, cómo nos desarrollamos y fluimos en el mundo, o cómo moldeamos y somos moldeamos por nuestras circunstancias y convicciones, y por lo tanto, cura a través de la reorganización del cuerpo en el espacio (osteopatía, Pilates, Yoga, Rolfing, Técnica Alexander, Gyrotonic, Zoga, Qigong, Artes Marciales, Artes escénicas e interpretativas).
Dr. Thomas Myers, autor del libro “Anatomy Trains: Meridianos Myofasciales para terapistas manuales y de movimiento”. Artículo completo en inglés.
La clara fragmentación y separación que apreciamos en los múltiples enfoques de la medicina, dista mucho de la manera interrelacionada e interdependiente en la que funciona el cuerpo humano.
La interconexión del eje intestinos-corazón-cerebro, los tres centros neuronales del cuerpo, está presente en la Teoría Polivagal del doctor Stephen Porges. El doctor Thomas Myers también lo usa en el esquema para diferenciar la Inteligencia Cognitiva o racional (IQ), la Inteligencia Emocional (EQ) y la Inteligencia Física (KQ), pero existe desde hace miles de años en la medicina oriental. Un ejemplo es el Sanjiao o Triple Calentador formado por los centros energéticos Dantian (Inferior, Medio y Superior), imprescindibles para la práctica de las artes marciales y la meditación.
“El corazón tiene razones que la razón no entiende”.
Pascal
Para las tradiciones budistas tántricas, yóguicas, hinduistas y del shaktismo, el corazón, Anahata, también es el centro de los siete chakras, el «puente» que enlaza los dos niveles básicos de la existencia (terrenal y celestial), y lo representan como una flor de loto abierta de doce pétalos.
Sin embargo, para la Medicina Tradicional China (TCM), el Corazón es el Emperador o el Rey de todos los órganos –y la conexión con el espíritu-, lo que significa que todos los otros órganos se sacrificarán y darán su energía para ayudar a mantener el corazón en equilibrio.
El canal o meridiano de energía del corazón (TCM), fluye en tres direcciones simultáneamente. A grandes rasgos, primero circula a nivel interno (color azul). Inicia rodeando el corazón, desciende para conectar con su par Yang -el Intestino Delgado-, sube por la garganta hacia el rostro (comisuras de la boca, mejillas y ojos), y finalmente se expande por el pecho hacia los costados antes de salir (línea roja) por la axila y bajar por la parte interna -cara anteromedial- de los bazos y terminar su recorrido en el dedo pequeño. De ahí que inconscientemente asociemos la alegría del corazón con los brazos extendidos, las risas, los ojos brillantes, las mejillas rozagantes y el rostro sonriente; y el amor con el abrazo, el beso, la caricia y el tomarse de las manos.
“La verdadera salud cardiovascular no consiste solo en aptitud física, sino en la profunda satisfacción con la vida y el destino de uno. La felicidad y el amor a menudo se asocian con el corazón y representan un estado de paz serena. El estrés o la falta de autoexpresión pueden afectar directamente la función de este órgano”. Fuente tcmworld.org
Me llama mucho la atención la idea que tienen en la medicina oriental de «puentes», “puertas” y “llaves” (punto de acceso al canal energético). Quizá -como me sugirió Esther Fernández-Mostaza mientras caminábamos por el bosque-, tiene que ver con el mismo funcionamiento del corazón que bombea –abriendo y cerrando, contrayendo y expandiendo– para circular la sangre por todo el cuerpo, como lo demuestra Gil Hedley con La Danza del Corazón, una secuencia de movimientos diseñada para mostrar, de manera kinestésica (cinestésica), el flujo de la sangre a través del centro del corazón.
En el libro Su Wen (o Cuestiones Simples, capítulo 6) del Huang Di Nei Jing (o Clásico de lo Interno del Emperador Amarillo, una recopilación de escritos médicos que data del 2600 aC. ), se habla de los canales que se abren hacia el exterior (abertura), los que se cierran hacia el interior (la hoja de la puerta) y los que son el pivote (bisagra) para explicar los seis planos energéticos.
«Un hombre estará aprisionado en una habitación con una puerta abierta que se abre hacia adentro; siempre y cuando no se le ocurra tirar en lugar de empujar».
Ludwig Wittgenstein
Recuerdo el portón principal de la casa antigua de estilo colonial de mi abuela -uno enorme y muy pesado hecho de madera de caoba con su reja de hierro forjado muy bonita- y suelo imaginarme al corazón como si fuera uno esférico con cinco partes o ventanas diferentes en lugar de tres. Cada una, con sus cerrojos y llaves individuales de los Cinco Elementos 五行 (metal, agua, madera, fuego y tierra). De manera que es posible tener una parte de la puerta abierta y otras cerradas -incluso aseguradas con candados- para mantener la separación y permanecer resguardados -y protegidos- en el interior de nuestra morada. Y si bien es cierto que al estar entreabierta permite la interacción y el paso, debemos maniobrar y hacer piruetas para pasar por debajo, por encima o a través de ella.
Sin embargo, cuando la puerta del corazón está completamente abierta, se convierte en un umbral de luz majestuoso que favorece la interacción fluida de corazón a corazón.
A las personas que han desarrollado esta capacidad especial de conexión las ha llamado Super Correguladores (Super Coregulators) el doctor Stephen Porges (Polyvagal Theory) porque conectan a un nivel muy profundo, y hacen que quienes están ante su presencia, se abran y se sientan muy bien, en paz, a salvo, seguros y relajados. Irradian luz. Y esa calidez y serenidad que emiten con su mera presencia crea espacio para los otros, a quienes conecta también con su energía espiritual invisible. Personas únicas que han trascendido a su tiempo y que continúan inspirándonos, como Jesús de Nazareth, Buda y San Francisco de Asís, o bien, familiares, amigos y desconocidos con las que afortunadamente nos cruzamos en la vida y nos cambian para siempre.
Es una frase corta que se dice rápido, pero que debido a nuestra naturaleza humana dada a buscar la seguridad y evitar las situaciones vulnerables, requiere disolver y quitar cualquier candado que cierre, limite o impida la conexión interna-externa, arriba-abajo, visible e invisible, y así descorrer el pestillo, levantar la aldaba y empujar la puerta para atravesar el umbral hacia la apertura, la interacción, la confianza y la unión.
Ama a tu prójimo como a ti mismo.
Jesús de Nazareth
Es por ese motivo que el Maestro Liu Deming enfatiza en la importancia de aprender el «Arte Interno de Crear Movimiento», para comenzar el proceso de transformación personal “abriendo” los canales energéticos del cuerpo; abrir para reconocer, limpiar y eliminar los bloqueos internos existentes, con el fin de “crear espacio vacío” en el que albergar -nueva y más- vida.
Es como limpiar una casa -nos explica- después de mucho tiempo abandonada para habitarla de nuevo. Empezamos por abrir las puertas para entrar en ella. Después, abrimos las ventanas para iluminar el interior y dejar pasar el aire puro del exterior, pero también necesitamos sacar lo inservible y lo que bloquea el paso, lubricar las bisagras, reparar los daños y limpiar a fondo antes de introducir lo nuevo y embellecer el espacio para vivir y disfrutar de él.
Lo mismo sucede con el cuerpo.
Resulta muy difícil integrarlo armónicamente, y conectarlo con todas las dimensiones y aspectos de la vida sin este trabajo interior.
Una manera de hacerlo es corregir las seis alineaciones corporales (3 ejes verticales y 3 ejes horizontales) con estiramientos para activar la fascia, ese tejido conector o red indivisible que abarca todo el cuerpo.
“Cuando tu cuerpo está recto y derecho, tus huesos tienen una buena estructura; cuando la estructura es firme, resistente, robusta y sólida, entonces tu energía vital “Qi” es fuerte y correcta. Por lo tanto, tu espíritu y tu energía eterna también lo serán.
Master Liu Deming, heredero de la Tradición Liu He Zi Ran Men en 5 generación
Los antiguos mexicanos fueron más allá con el arte de «abrir el corazón».
A todos nos viene a la mente las imágenes de los rituales religiosos de autosacrificio con punciones de sangre, y los sacrificios humanos para extraerles el corazón con cuchillos de pedernal, realizados en los altares de las pirámides como ofrenda a sus dioses. Hechos que fueron narrados por los primeros conquistadores o por ellos mismos a través de su arte.
Aunque las escenas nos resultan escalofriantes, es una parte muy importante para comprender la cosmovisión de los pueblos mesoamericanos. A través de esos rituales religiosos, por un lado, honraban y alimentaban con su sangre -el elixir de la vida- a los dioses que primero se autosacrificaron para dar origen al Quinto Sol y a los hombres (La Leyenda de los Soles, manuscrito náhuatl de 1558, basado en un códice hoy desaparecido). También creían que el Sol moría cada día al atardecer y resucitaba al amanecer, por lo que con sus sacrificios de sangre, ayudaban a su dios a salir victorioso de su tránsito por la bóveda celeste y el Inframundo. Menos conocida es su idea del corazón fuerte y bondadoso reflejada en su literatura.
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
— Ms. Romances de los señores de Nueva España, fols. 36 r.
Como una pintura
nos iremos borrando.
Como una flor,
nos iremos secando
aquí sobre la tierra.
Como vestidura de plumaje de ave zacuán, de la preciosa ave de cuello de hule,
nos iremos acabando…
— Ms. Cantares mexicanos, fol. 17 r.
¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
— Ms. Cantares mexicanos, fol. 70r.
El reconocido historiador mexicano Miguel León Portilla, quien tradujo estos poemas del náhuatl, los explica añadiendo que el punto de partida del sabio, poeta y señor de Tezcoco (muerto en 1472 a los 71 años), “parece haber sido su profunda experiencia del cambio y del tiempo, en lengua náhuatl, cáhuitl, “lo que nos va dejando” […] Si el jade y el oro se quiebran y rompen, los rostros y corazones, más frágiles aún, por muy nobles que hayan sido, como flores habrán de secarse y cual si fueran pinturas quedarán borrados […] Nezahualcóyotl mismo enderezó su corazón, lo que equivale a decir, entendiendo la connotación náhuatl de yóllotl (corazón), que dio un sentido a su movilidad, a su núcleo dinámico. Fortalecido el corazón, Nezahualcóyotl afirma haber descubierto el significado profundo de “flor y canto”, expresión náhuatl del arte y el símbolo, para poder acercarse gracias a él, desde tlaltícpac (desde la tierra), a la realidad de “lo que está sobre nosotros y la región de los dioses y de los muertos” (Miguel León-Portilla, “Quince poetas del mundo náhuatl”).
Y del sacrificio de los corazones humanos vivos, pasaron al de Cristo muerto en la cruz y resucitado al tercer día, al adoptar la religión católica de los conquistadores españoles.
Y a los corazones milagritos de plata, oro o latón -según sus posibilidades económicas-, que aún hoy en día se cuelgan en los ropajes de los Cristos, Vírgenes y santos de las iglesias para agradecerles su intersección, o solicitar sus favores, y que se hicieron mucho más conocidos en el último siglo, gracias a Frida Kahlo y Diego Rivera. Corazones de hojalata que fluctúan entre arte popular, amuletos religiosos y objetos kitsch.
Hace unos días me convertí en mediadora -a la vez que traductora- de un diálogo escrito que se prologó varios días debido a las diferencias horarias (Australia, España y México) entre el Maestro Liu Deming y Tonal Israel del grupo Balam Kan, que esos días se encontraba trabajando en las bahías de Xochimilco.
Tonal suele escribir sus mensajes con palabras, expresiones y frases en náhuatl, maya y español, pero la principal dificultad para traducirlo al inglés radica no sólo en mi desconocimiento del idioma náhuatl y maya -que transcribo literalmente- sino en ¿cómo reflejar la belleza poética de un lenguaje que es hablado desde el corazón? Porque Tonal habla con el corazón en las manos y sus sencillas palabras -aunque sean pocas- se sienten cercanas, vivas, impregnadas de matices y dimensiones, como si fueran alas invisibles que te arropan cálidamente, igual que una sonrisa.
Tal vez, quizá, porque sus palabras “apapachan” -de la voz náhuatl patzoa y la palabra papatzoa, o ablandar fruta con los dedos-, es decir, que abrazan y acarician con el alma y de paso, ablandan el corazón.
Transcurridos unos días, mientras escuchaba al sacerdote jesuita Javier Melloni (vídeo), encontré otra clave para comprender esa sensación que me despiertan las palabras de Tonal. En un momento de su diálogo, el jesuita narraba la anécdota que le contó un compañero español -también teólogo-, al reencontrase con él después de su viaje y su estancia en las comunidades mayas del sureste mexicano:
Llevaba varios días con la comunidad, y al final del día tenía una charla con toda la comunidad para hablar de diferentes asuntos, y el último día, “un muchachito de unos 7 o 10 años se le queda mirando y le dice:
— usted cuando habla, dice palabras fritas
— entonces él no entendió, ¿palabras fritas? ¿Te refieres a papas fritas?
— ¡No, no! Usted cuando habla, pronuncia palabras fritas.
—¿Qué quieres decir? No te entiendo.
—¡Sí, sí padrecito, sí! Cuando habla mi gente, pronuncia palabras verdaderas, en cambio cuando habla usted, suenan a palabras fritas.
Se quedó helado. Profesional de la palabra. Profesional de la vida y mientras tanto, la palabra verdadera queda sepultada por la palabra erudita o la palabra técnica, la palabra que nos usurpa el don de la vida […] porque a veces, desgraciadamente, no son sólo fritas sino refritas; porque tenemos tanto vocabulario sobre lo de siempre, que supone lo que vamos a decir, y ya sabemos cómo va a acabar. Este es el gran peligro de todo relato conocido, de todo relato anticipado […] Hemos quedado atascados en los mismos relatos que están puestos para que nos despierten.
— Javier Melloni
Aunque el sacerdote jesuita hablaba dentro del marco de religioso para la preparación de la Semana Santa católica (2021), la reflexión es igualmente aplicable para contemplar los cofres, entornos y relatos que cada uno construye dentro y sobre sí mismo, y a partir de los cuales dificultamos la irrupción de lo nuevo y lo espontáneo en nuestra vida.
Y de la palabra que lo apapacha, a la palabra refrita que lo apaga, a la palabra que lo moviliza con sus trazos y sus canciones, o la que lo atraviesa, lo aviva y lo consume en el éxtasis de la unión espiritual que conlleva recordar y revivir la experiencia mística, como “la transverberación” de Santa Teresa de Ávila (se celebra el 25 de agosto).
Ya toda me entregué y di
Y de tal suerte he trocado
Que mi Amado para mi
Y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
Me tiró y dejó herida
En los brazos del amor
Mi alma quedó rendida,
Y cobrando nueva vida
De tal manera he trocado
Que mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
Enherbolada de amor
Y mi alma quedó hecha
Una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
Pues a mi Dios me he entregado,
Y mi Amado para mí.
— Santa Teresa de Ávila
Un corazón ardiendo en llamas por el éxtasis de la pasión que se convierte en reliquia, amuleto, joya o milagrito, y que nada tiene que ver con el hueco vacío de la pintura de Frida Kahlo titulada «Corazón», ni con las heridas punzantes de la carta del tres de espadas del tarot de Marsella, las canciones del corazón roto, el vuelo mortal del Ícaro, ni las hogueras «purificadoras» de la inquisición religiosa.
Un corazón ardiendo -a diferente intensidad- que tiene más que ver con la Oda a la alegría de Beethoven, las veladas románticas, la chimenea encendida en el hogar, la celebración con fuegos artificiales, la zarza ardiente de Moisés, la llama del Espíritu Santo, la luz cegadora de Cristo resucitado, la chispa de la vida de la concepción, el canal de luz del nacimiento, el fuego de Prometeo, la flecha ardiente de Cupido, el mapa de las estrellas, la esperanza en la estrella fugaz, la explosión creadora del Big Bang, el incendio transformador del Fénix o del orgasmo.
Por que el fuego es el elemento del corazón que revitaliza, fortalece, vigoriza, revive, purifica y transforma la vida.
El fuego que cuando arde de forma armoniosa, es fuente de vida, pero también, la causa del deterioro, la extinción y hasta la muerte cuando está descontrolado.
Arder (del latín ardēre).
Sinónimos: quemar, abrasar, incendiar, incinerar, achicharrar, calcinar, carbonizar, chamuscar, encender, prender, flamear, llamear, crepitar, chispear, calentar, asar, enardecer, excitar, acalorar, apasionar, agitar, incinerar, consumir, deslumbrar.
El fuego estable que no se consume refleja la armonía del corazón –color rojo-, pero también el equilibrio del fuego de la Puerta de la Vida (Ming Men, DU4 o GV4) que transforma la esencia vital en energía «Qi», porque ambos están conectados y se alimentan entre sí a través de los caminos energéticos internos, como el que va de Ming Men a Shan Zhong que enseña el Maestro Liu Deming en este breve vídeo.
Y dependiendo de ello, las personas podemos exhibir tanto exceso como falta de energía. Lo explica muy bien Tino Álvarez -discípulo del Maestro Liu Deming- en esta entrevista (podcast el Propósito de Rafa). A manera general:
Entonces, cabe preguntarse ¿cómo podemos revitalizar la energía del corazón cuando está débil y apagándose?
Si ¡Sonríe! En lugar de «abre tu corazón y sonríe«, «SONRIE y abre tu corazón».
Aunque les parezca banal y descabellada la propuesta, los experimentos llevados a cabo en las universidades han demostrado que «nuestros cuerpos cambian nuestras mentes, nuestras mentes cambian nuestro comportamiento y nuestro comportamiento, cambia nuestros resultados.» Y aunque te sientas como un impostor o un farsante, vale la pena «fingirlo hasta que lo estés/seas» como sugiere Amy Cuddy, así que levanta los brazos en señal de victoria y ¡sonríe!
Cuando sonríes, sigue sonriendo
Louis Amrstrong. Canción “When you’re smiling”
El mundo entero sonríe contigo.
Si, cuando estas riendo, oh, cuando estas riendo
El sol sale brillando.
Pero cuando estas llorando, traes la lluvia
Así que para de suspirar y sé feliz
Si, y sigue sonriendo, sigue sonriendo
Y el mundo entero sonreirá contigo.
Ingrid Malefant, una extraordinaria mujer que a sus 85 años de edad se convirtió en discípula del Maestro Liu Deming, nos recuerda constantemente en sus clases que debemos empezar a practicar el Qigong relajando el rostro, cerrando los ojos y trayendo a la memoria el momento más bello de nuestra infancia -o de nuestra juventud, o recordar nuestro lugar favorito-, y sostener ese momento -perpetuado en el tiempo- con una sonrisa.
«Esto, el ser humano es una casa de huéspedes
Cada mañana una nueva llegada.
Una alegría, una depresión, una mezquindad,
alguna conciencia momentánea que viene
como un visitante inesperado.
¡Dales la bienvenida y entretenedlos a todos!
Aún si son una multitud de dolores,
que barren violentamente tu casa
vacían sus muebles,
aún así, trata a cada invitado con honor.
Puede que te estén limpiando para un nuevo deleite.
El pensamiento oscuro, la vergüenza, la malicia,
Encuéntralos en la puerta riendo,
e invítalos a entrar.
Agradece a quienquiera que venga,
porque cada uno ha sido enviado
como guía desde el más allá «.
Rumi
Sin embargo, si sientes que has perdido la conexión, puedes llevar a cabo esta preciosa y potente meditación del Artequipo Fuego de Preslava Natova, para ayudarte a descubrir o re-conectar con el detonador personal de la llama de tu vida. O equilibrar la energía a través de tu alimentación con Marisol Escalera, la herbología y la terapia manual (masajes) con el maestro Mario Silva o con flores de Bach gracias a Vicenta Romero. O simplemente, activarlo creando música con el tapeo de las manos en el cuerpo, igual que estos estudiantes franceses.
Así como la estación del verano está asociada con el elemento del fuego que trae la alegría, el calor, el buen tiempo, la ropa ligera, las celebraciones al aire libre, las verbenas y las hogueras de San Juan, la reunión con los amigos, el regreso al hogar, las vacaciones estivales, la maduración de todas las semillas plantadas en la primavera y los frutos de los árboles de la temporada, «el amor es el florecimiento del ser humano. De hecho, es lo que somos en plena «floración» (Natural Health Zone).
Finalmente, el fuego es el elemento mas destructor a corto y a largo plazo.
Antes de la pandemia del 2020, las enfermedades cardiovasculares eran la principal causa de muerte en el mundo (más de 17,9 millones de personas al año). Para recordarnos su importancia, celebramos el Día Mundial del Corazón (último domingo de septiembre) y por supuesto, el amor y la amistad en el día de San Valentín, el Día del Padre, el Día de la Madre…
Valga decir, que si no nos desprendemos de la cobija que arrastramos -la misma que en su momento nos arropó, nos cubrió y nos dio calor-, nos encaminamos hacia la disminución y la extinción de nuestro propio fuego interno.
Quizá, al igual que hizo Tita en la película Como Agua para Chocolate -inspirada en las palabras de la Luz al Amanecer, la abuela del doctor que la trata en la clínica- debamos quemar la caja de cerillos que llevamos en el interior para encender la chispa del corazón y avivar el fuego de nuestra pasión por la vida.
Por Ana Isabel Villaseñor Urrea
Encontramos esta afirmación de Simmel, sociólogo alemán, en un delicioso artículo publicado en 1909 con el título de Puente y puerta. En dicho texto apunta una idea que me resulta fascinante: mientras que la puerta separa, el adentro del afuera, el puente une.
Me atrevo a repensar esa idea contemplando lo que pareciera una puerta en mi andadura.
La naturaleza cambia el significado de la puerta al no precisar la diferencia entre el cerrar o el abrir, el unir y el separar.
Quizás nuestras biografías contengan esas puertas “naturales” que uno atraviesa sin casi darse cuenta, que solo sabe ver a la distancia y que cuando las cruza se confunden con el mismo caminar.
Esta idea asoma a mi mente mientras estoy repasando mi curriculum vitae o “camino de la vida” en su traducción literal: tareas que se abren y cierran porque empiezan y acaban, trabajas que unen o separan, logros que alegran y fracasos que duelen (o al revés). Quizás las puertas son a veces automáticas porque la vida no siempre exige esfuerzo, o blindadas porque en ocasiones sentimos que hay tareas titánicas e imposibles, o giratorias pues nos confundimos al no saber si entramos o salimos, o correderas cuando el espacio no parece el suficiente…
Ilustraciones de Massimo Pietrobon (2021). Instagram
Cada vez presto más atención a los árboles y plantas para comprender mis circunstancias y tomar decisiones. Si te fijas en ellos enseguida percibes sus “latidos”, que se hacen eco en los tuyos. Y así, ocupándote de ti,confirmas si estás en el sitio adecuado, o si necesitas más luz, o menos agua, o un lugar más resguardado.
Hace un tiempo moví al patio de casa una planta que estaba expuesta al viento en mi balcón. En su nueva ubicación, en pocos meses, la planta se manifestó como lo que era en verdad: un árbol.
Cuando las condiciones exteriores se alían con tu esencia –con quien eres de verdad– el crecimiento es armónico y se potencia. Y esto –que es algo tan obvio– es también muy fácil de ignorar. Una planta no puede moverse por sí sola: debe adaptarse y resistir en las circunstancias que le han tocado. En cambio, yo sí que puedo cambiar las circunstancias externas de mi vida para atender a mi Ser. No todas, pero seguro que algunas sí. Y tú también puedes. Así crecemos y reverdecemos como personas. Primavera tras primavera: como los árboles.
Texto y fotografía de Mercedes Mas de Xaxàs Faus
Sigue viva en mi memoria la frase que pronunció, hace más de 40 años, la directora de la escuela católica en la que me formé:
“Un árbol que crece torcido jamás su tronco endereza”.
Si bien es cierto que dicha expresión nunca iba explícitamente dirigida hacia mí, sin embargo, flotaba alrededor mío como amenaza siempre al acecho.
En esa misma época, saliendo de la dictadura franquista, se publicó un libro cuyo título guarda relación con el dicho anterior: Los renglones torcidos de Dios (1979). Para cargar de veracidad la trama, Torcuato Luca de Tena se adentra en los centros psiquiátricos de la época no sólo documentándose, sino que llega a pasar 18 días en uno de ellos. Por esa razón, más allá de la historia que el autor narra, destaca la nota de agradecimiento que aparece en su obra:
“Los renglones torcidos de Dios son, en verdad, muy torcidos. Unos hombres y unas mujeres ejemplares, tenaces y hasta heroicos, pretenden enderezarlos. A veces lo consiguen. La profunda admiración que me produjo su labor durante mi estadía voluntaria en un hospital psiquiátrico acreció la gratitud y el respeto que siempre experimenté por la clase médica. De aquí que dedique estas páginas a los médicos, a los enfermeros y enfermeras, a los vigilantes, cuidadores y demás profesionales que emplean sus vidas en el noble y esforzado servicio de los más desventurados errores de la Naturaleza.”
Tanto en el refrán como en la novela, destaca en mi opinión el ahínco por enderezar. En especial cuando, paseando entre pinos piñoneros (Pinus pinea) como hago con frecuencia, quedo maravillada por la hazaña y triunfo de cualquier árbol “torcido”: se inclina hacia el sol en espectacular reverencia.
Que lo veamos diferente o torcido simplemente nos ayuda a entender la normalidad o rectitud del resto.
O, sabiendo que de hecho en la naturaleza no hay líneas rectas, ¿será que la rectitud es tan solo una aspiración humana?
M. Esther Fernández-Mostaza
Pintura: «Two Men Contemplating the Moon» (Dos hombres contemplando la Luna») por el pintor alemán Caspar David Friedrich. Colección del MET Museum de Nueva York.
Cuando vemos un árbol caído observamos un tronco “truncado”, en el sentido de interrumpido en su crecimiento hacia arriba. Esta afirmación nos puede conducir a dos reflexiones y un juego de palabras.
1 La primera de ellas tiene que ver con la representación que hacemos de los obstáculos: interrumpen el recorrido marcado por nuestra imaginación; en ese sentido, es cierto que un árbol truncado que cae sobre un camino impide el recorrido planeado.
2 La segunda reflexión conecta con la pregunta de ¿qué hacer? A este interrogante da respuesta el refranero popular:
Leña, claro está, en beneficio del ser humano.
Es evidente que esta descripción resulta empobrecida al representar al ser humano como “el otro” en la acción…
Quizás, un tronco truncado no sea ni un obstáculo ni una interrupción, más bien una magnífica oportunidad con solo combinar lo que ya somos o tenemos. Así, haciendo un juego malabar tomando el verbo “entroncar” (el que nos permite establecer relaciones y engarzamos desde ideas a personas), tomemos cada una de sus letras: E-N-T-R-O-N-C-A-R y conjuguémoslas de manera para crear otro verbo, y con él otra idea, sencillamente cambiando los lugares.
A veces gracias a un tronco caído podemos encontrar un modo diferente de abrazar.
Texto: M. Esther Fenández-Mostaza
Fotografías: Ana Isabel Villaseñor Urrea
Estamos muy contentos de compartir que el Maestro Liu Deming está de regreso en Francia, enseñando el método del Arte Interno.
“Alimenta tu Salud y Mata de Hambre a la Enfermedad” es la máxima que propone el doctor William W. Li para la prevención y la curación de las enfermedades, e implica una acción doble simultánea: añadir y aumentar los alimentos que nutren el cuerpo y eliminar aquellos que favorecen el desarrollo y el crecimiento de…
De la Fotografía al Arte de Vivir. «“La sombra -explica Leonardo Da Vinci- es una carencia de luz (…). Por su naturaleza, la sombra pertenece a la oscuridad, mientras que la luz, por su naturaleza, pertenece a la luminosidad. La una esconde, la otra revela. Siempre están juntos sobre los cuerpos; y la sombra tiene…
En estas últimas semanas ha explotado la floración de los árboles de las Mimosas (Acacias), y las montañas y los jardines se han cubierto de flores amarillas brillantes que contrastan con el frío, la neblina y los cielos grises del invierno. Son las primeras notas de color en el paisaje urbano y en el bosque verde de pinos, robles y encinas que limita la ciudad.
Uno va caminando y es imposible evitar el impulso de detenerse a disfrutar del olor que desprenden los abundantes racimos de flores -que se filtran pese a llevar puesta la mascarilla-, tomar una fotografía para capturar la intensidad del color y por supuesto, recordar pasar por la tienda mas tarde a buscar la aromática miel de flor de Mimosa para endulzar las infusiones.
Después de varios días con neblina y lluvia abundante, tuvimos la suerte de disfrutar de un día soleado durante una de nuestras salidas al bosque para caminar.
En mi entusiasmo, compartí una de las imágenes (la del inicio) y a vuelta de respuesta, he recibido un mensaje desde Aviñón de mi amigo Jean-Lu Fenech (doctor, artista visual y compañero de entrenamiento con el Maestro Liu Deming) que incluía dos preciosas fotografías tituladas: Sol de mañana con Mimosas.
Más tarde, mi mamá me comentó por teléfono que los árboles de las Primaveras estaban floreando precioso este año ahí, y mi amiga Sofía Barba -quien vive cerca de casa de mis padres- me envió estas increíbles fotografías desde Guadalajara (Mexico): «¡ya está a la vuelta de la esquina la Primavera!» me dice con su característico entusiasmo. Después, recibí otra de Preslava Natova desde Inglaterra con la frase «algo de la Primavera se despierta acá también».
Aquí y allá, las flores amarillas brillan radiantes en todo su esplendor y avivan el recuerdo de la primavera.
Las fotos compartidas de árboles floreando en amarillo, simultáneamente en diferentes puntos del planeta durante el invierno, nos recuerdan que los ciclos de la vida -internos y externos, visibles e invisibles- siguen su curso gradual de incremento y disminución a través del flujo constante que se manifiesta con sus matices dinámicos de transición, para hacer hincapié en que el cambio es constante. Lo percibamos o no.
De igual forma, nos hacen caer en la cuenta que estamos unidos los unos a los otros a través de la Tierra; que todos somos uno en virtud de este tejido invisible de seres vivos que la habitan.
Ambos, el cambio y la conexión, son un feliz recordatorio en esta época de separaciones y restricciones a causa de la pandemia, cuya prolongación agrava las distancias geográficas, las limitaciones, la pérdida, la oscuridad y las sombras de este tiempo que vivimos.
Y como bien dice mi querida amiga Victoria Iglesias en sintonía con las palabras de la mística del siglo XVI, «este proceso de renovación constante nos recuerda que siempre hay esperanza y que aunque la oscuridad sea grande, la luz siempre termina emergiendo -como el sol al amanecer- para iluminar y dar Vida«.
El color -cabe recordar- es la reflexión selectiva de la luz; es decir, la capacidad de la materia para sustraer ciertas longitudes de onda y proyectar otras. Así, por ejemplo, el amarillo es:
la denominación común de las sugerencias de color mediante las cuales la retina humana es estimulada, directa o indirectamente, con luz cuya longitud de onda dominante está comprendida entre 574 y 577nm.»
Diccionario Akal del Color. Juan Carlos Sanz y Rosa Gallego.
Y una vez que las terminaciones nerviosas en la retina son estimuladas (fotorreceptores), el ojo convierte las ondas electromagnéticas en impulsos electroquímicos que viajan por el nervio óptico hasta el lóbulo occipital en la parte de atrás del cerebro, en donde son finalmente interpretadas y traducidas en imágenes.
Todo esto quiere decir simplemente que la percepción visual es un proceso cognitivo realizado (interiormente) por quien percibe la luz reflejada (externamente).
Los atributos del color (matiz, luminosidad y saturación) y sus aplicaciones, han sido estudiados y utilizados por la ciencia y para transmitir consejos, creencias, hábitos, reglas de conducta, emociones y conceptos a lo largo de los siglos, como la prohibición de usarlo en el Imperio Chino, o el lenguaje de las flores y los dichos populares «no todo lo que brilla es oro», o “el tiempo es oro».
Es el segundo color “primario” y está relacionado con el sol, la juventud, la alegría, la vitalidad, el oro, el proceso alquímico y la fortaleza del león, el espíritu del jaguar, la perseverancia del tigre y el canto del canario (ave), pero el significado con el que se asocia un color también depende del sentido con el que se perciba:
Diccionario Akal del Color. Juan Carlos Sanz y Rosa Gallego.
En la tradición oriental, los alimentos amarillos son revitalizantes y estimulantes en la medicina Ayurveda porque aumentan la energía del Plexo Solar (tercer chakra), y fortalecen la energía del estómago y el bazo según la Medicina Tradicional China (TCM).
En la Teoría de los Cinco Elementos (TCM), la Tierra es Amarilla y representa el Centro (orientación) y el final del verano.
Así, los alimentos que abarcan el rango tonal que van del amarillo crema hasta el más brillante, el amarillo anaranjado, el dorado profundo y el amarillo grisáceo, conservan los atributos del color y sus beneficios: el jengibre, la cúrcuma, el azafrán, el limón, la piña, el maíz, el plátano o banana, el membrillo, las ciruelas amarillas, la fruta de la pasión, los melocotones, los duraznos, los tejocotes, los albaricoques o chabacanos y el mango, por nombrar algunos.
A grandes rasgos, tienen propiedades antivirales, anti-inflamatorias, antiestamínicas y antioxidantes. Son ricos en ácido fólico, vitamina A y C, calcio y magnesio; ayudan a mantener en equilibrio el pH del cuerpo, mejoran la digestión (alimentos prebióticos) y la piel, protegen el corazón y el sistema inmunológico.
Cuando el Plexo Solar y el Meridiano del Estómago/Bazo están bloqueados, se recomienda (consultar a su doctor en caso de contraindicación):
Por su parte, a las Mimosas se les atribuye la energía de «renovación», «fortaleza», «entereza» y «pureza», y tienen además aplicaciones en aromaterapia y medicina alternativa.
La Mimosa es muy utilizada en perfumes. Las mayoría de las grandes marcas francesas la usan, pero también son muy populares para la elaboración de fragancias: Amarige Perfumes Givenchy, Yves Saint Laurent Paris, Guerlain perfume para su Champs Elysées, Suprème moment de Jean Patou, Mimosa y Cardamomo de Joe Malone, Prada, Annick Goutal, Versage, Mimosa Pour Moi, L’Artisan Parfumeur Casaque, Jean d’Albret Kalispera, Jean Desse’s Masumi, François Coty’s Le Mimosa, Molinard’s Jeune L’Eau d’Azur, L’Occitane. Y la lista continúa. El aroma de la Mimosa es muy similar al de la violeta, pero más sutil y etérea.
Al contemplar la obra de Vincent Van Gogh «Acacia en Flor» uno se pregunta ¿en dónde están las flores amarillas tan características? Aunque muestra el mismo tipo de árbol, fue realizada durante el periodo en el que vivió en Auvers-sur-Oise, junio, cuando ya no están floreando en Francia. Salvo que se trate de una variedad con flor crema, o de otra especie que no sea una Acacia (porque existen las llamadas “falsas Acacias”), podríamos decir que fue pintada con los colores de su recuerdo: el mundo interior reflejado en la luz que proyectamos.
Teniendo en cuenta la complejidad del proceso de percepción, sería interesante mirar con más detalle los colores de nuestro paisaje personal y preguntarnos:
En la comparación podemos apreciar mejor los colores de las flores, del verde de las hojas y del azul del cielo. Todos son diferentes. Es la misma espacie de árbol tanto en la ilustración como en la pintura y en las fotografías de Jean-Lu y mías, pero diferente percepción de tipo de luz ambiental y por lo tanto, de sus tonalidades.
Sin embargo, sus variaciones y diferencias enriquecen la paleta de colores con sus matices infinitos. Entre más azul es el cielo, más brillo tiene el color amarillos ya que el violeta, es su opuesto complementario y por lo tanto, al estar unidas las polaridades, «vibran».
Me alegra pensar que lo que capturamos en imágenes es la luz que rebota y devuelve al cielo la cualidad de la tierra y de la naturaleza que las hace únicas e irrepetibles, en cada instante y en cada lugar, a los ojos de quienes las observan y las imprimen visualmente, ya sea en el clima templado subtropical mexicano, en el frío del norte europeo inglés o en el Mediterráneo de la Provenza francesa o de las montañas de pino y encina de Barcelona junto al Mar Mediterráneo.
Sea como sea, el amarillo vibrante contra el cielo azul violeta es el preludio de la primavera. Y como dicen los Beatles en el estribillo de su canción:
¡Aquí viene el Sol!
El camino hacia la autosanación. Cómo olvidar los dichos y refranes mexicanos populares que con tanta frecuencia recitaban a coro -en mi caso, mis abuelas, mi mamá y mis tías- cada vez que les narrábamos un acontecimiento que creíamos catastrófico o trascendental en ese momento, aunque algunas veces, eventualmente resultara ser un drama pasajero. De…
Estoy acostumbrada a leer, en relación con textos que nos presentan la teoría de la atracción, lo importante que es definir lo indefinido para “atraer” o alcanzar aquello que deseamos (o creemos desear). El verbo definir (del latín definire) está formado por el prefijo de- que puede marcar una dirección (de arriba hacia abajo, de…
Después de recordar las palabras mágicas «Chi Kung», descartar muchos videos disponibles online e intentar infructuosamente seguir otros más, uno de ellos captó mi atención porque estaba filmado en un espacio verde arbolado y con una luz cálida que me recordó esa tarde en el jardín de la casa de mi tío. Era del Maestro…
Estoy acostumbrada a leer, en relación con textos que nos presentan la teoría de la atracción, lo importante que es definir lo indefinido para “atraer” o alcanzar aquello que deseamos (o creemos desear).
El verbo definir (del latín definire) está formado por el prefijo de- que puede marcar una dirección (de arriba hacia abajo, de adentro hacia afuera) y el verbo finire de terminar o final, como Finisterre ese lugar donde acaba el mundo… Así, definir vendría a significar según mi interpretación creativa:
Dicho ejercicio, que acostumbramos a conjugar en futuro, se debería acompañar de otro aparentemente paradójico como es el de desnudar las raíces del pasado, porque todo propósito está inspirado en recuerdos arraigados. Como reza el título de un magnífico libro, podríamos afirmar que Sin raíces no hay alas: aunque creamos que las raíces nos circunscriben y limitan a un espacio determinado, son ellas las que permiten el crecimiento sostenido a lo largo del tiempo.
Así, para obtener un objetivo, ¿debemos escapar cortando las raíces? No, más bien observar que la fuerza para alcanzarlo radica en las tormentas vividas que dejan al descubierto las raíces.
Texto de M. Esther Fernández-Mostaza.
Fotografías: Ana Isabel Villaseñor Urrea
Es reconfortante descubrir cómo la sabiduría ha sido preservada a través de las tradiciones culinarias que hemos heredado. Además de responder a las necesidades nutricionales específicas que se adaptan a cada región y sus circunstancias (clima, flora y fauna), hábitos culturales y creencias religiosas, las recetas culinarias desvelan un profundo conocimiento del proceso alquímico para…
«En lo más profundo del invierno, finalmente comprendí que dentro de mi yacía un verano invencible».Albert Camus
“Érase una vez, yo, Zhuangzi, soñé que era una mariposa, revoloteando de aquí para allá, a todos los efectos una mariposa. Sólo era consciente de mi felicidad como una mariposa, sin saber que era Zhuangzi. Pronto desperté, y allí estaba yo mismo de nuevo. Ahora no sé si yo era entonces un hombre soñando que…
Esa es la prometedora metáfora que nos trae el nuevo año lunar del calendario chino que comenzó con la primera luna nueva de febrero (el día 11 en la noche).
Al mirar al búfalo 牛 (niú) -el animal cuyos atributos permearán todo el año- echado en el suelo de la escultura de jade, nos preguntamos si conseguiremos levantarnos. Lo vemos y no podemos evitar identificarnos con el animal, cansados de la inestabilidad, el pesimismo y la incertidumbre que impregnó el año del 2020.
Deseamos dejar atrás la pesadez y salir de la inmovilidad con la misma rapidez con la que le damos la vuelta a la hoja de un calendario que llegó a su fin, pero dudamos porque el peso de la inercia acumulada y la desazón en el corazón continúa arrastrándonos hacia la misma dirección pese a nuestro profundo deseo de cambio.
Es en este aspecto en donde nos da esperanzas el nuevo año lunar del 2021. Primero, nos dice que es una vaca -y no un toro ni un buey ni un búfalo- porque es Yin, y por lo tanto, posee la cualidad femenina generadora de vida.
Nos pide que pensemos en esta Vaca Yin como un valle fértil, extenso y llano; una tierra rica en nutrientes junto a un lago de agua pura y cristalina que la abastece constantemente para que sea posible manifestar un paisaje de prosperidad y abundancia (porque si fuera Yang, sería una tierra caliente, seca y sin agua).
Esta tierra Yin es un espacio abierto que alberga y nutre a los seres vivos que la habitan, que acepta la luz del sol y se adapta a la intensidad de su luz con el fluir de las estaciones (primavera, verano, otoño e invierno), que recibe y absorbe el agua que cae con la lluvia, la energía del viento o la electricidad del trueno. Es un valle fértil lleno de vida.
Para comprender la cosmología detrás del signo de la vaca Yin, podemos acercarnos al libro de los cambios o I Ching. En él, la energía femenina lo encontramos en el segundo hexagrama de nombre Kun 坤 («Lo Receptivo», «La Tierra», «La Protección», «El Flujo» y «La perseverancia» ), formado por los caracteres “tierra” y “Shen” (el espíritu puro o la conciencia). Es interesante saber que en las versiones más antiguas, Shen se representaba con la imagen de una espiral doble aludiendo a la energía cíclica, oculta, acumulada y contenida que se expresa externamente con la fuerza del relámpago, o dentro de uno mismo, con la liberación explosiva en el momento de la iluminación mística espiritual, el Satori, el Nirvana o el Kundalini.
Porque Yin alude a la fortaleza femenina necesaria para gestar y dar a luz:
“La tierra nos enseña a perseverar incluso cuando no hay una meta visible, cuando nada parece posible. Nos dice que en algún lugar nos espera una solución, si estamos abiertos a ella. Incluso antes de que podamos ver algo, si tenemos un corazón abierto y receptivo, nos encontrará.”
(https://www.yijing.nl/trigrams/2-kun.html)
Y segundo, si esta imagen de la tierra como un valle rico y fértil fuera insuficiente para entusiasmarnos, nos dice que la vaca del 2021 es del elemento metal, en concreto, que está compuesta de oro y gemas preciosas, por eso es dorada.
Valga decir que esta vaca de metal es una tierra de tesoros. Eso sí, para cosechar, primero hay que sembrar.
Vista así, se comprende la impaciencia del niño pequeño que arrea a la vaca tumbada en el suelo para terminar de arar la tierra cuanto antes y comenzar a sembrar, pero quien se haya enfrentado a la misma situación, sabe lo difícil que resulta mover a un animal que no desea hacerlo.
El niño lo intenta de una forma y de otra para que se levante, pero no hay caso.
Sin embargo, no se da por vencido y ante la rotundidad del bovino que de por sí es lento y testarudo por naturaleza, surge la tenacidad, el ingenio y la perspicacia del niño quien regresa con un ramillete de arroz para hacerle cosquillas por debajo de la oreja.
Finalmente, lo consigue y el animal -tal vez tentado por la promesa de comida- comienza a desdoblar su pata delantera para ponerse en movimiento.
Su rostro de felicidad lo dice todo.
En la nota del museo que acompaña a la escultura de jade al inicio de la nota (arriba) se lee:
“Un pastor con un búfalo de agua (considerado en la misma categoría de animal que un buey en China), que a menudo se muestra tomando un respiro después de una ajetreada jornada en el arado, simbolizaba una vida ideal de paz y prosperidad en la China agraria. En este ejemplo de jade, la espiga de arroz en la mano del niño alude al deseo de una cosecha abundante.
Los invito a ser el niño alegre, creativo, paciente y tenaz capaz de mover montañas.
¡Buena cosecha!
Crédito imagen superior: “Herdboy with Water Buffalo”, escultura de nefrita (un tipo de jade) esculpida en el siglo XVIII. Biblioteca digitalizada del Museo Metropolitano de Nueva York.
Llevados por la alegría de salir a disfrutar de la belleza de la naturaleza durante la primavera, solemos pasar por alto lo inestable que es el clima en esta época del año, y lo equivocados que pueden llegar a estar los pronósticos meteorológicos. Anuncian que no lloverá, pero terminas empapado de arriba abajo, que fue…
Un rostro serio y apagado habla de la ausencia de alegría en el interior, mientras que la sonrisa natural, las risas espontáneas y un rosto luminoso muestran la vitalidad, alborozo, animación, entusiasmo, felicidad, contento, júbilo, gozo y regocijo del corazón. De manera inconsciente e involuntaria, todos cargamos -en mayor o menor medida- con un bagaje invisible. Son…
“El ser humano es el ser fronterizo que no tiene ninguna frontera. El cierre de su ser-en-casa por medio de la puerta significa ciertamente que separa una parcela de la unidad ininterrumpida del ser natural.” Encontramos esta afirmación de Simmel, sociólogo alemán, en un delicioso artículo publicado en 1909 con el título de Puente y puerta.…
Cada vez presto más atención a los árboles y plantas para comprender mis circunstancias y tomar decisiones. Si te fijas en ellos enseguida percibes sus “latidos”, que se hacen eco en los tuyos. Y así, ocupándote de ti,confirmas si estás en el sitio adecuado, o si necesitas más luz, o menos agua, o un lugar…
Sigue viva en mi memoria la frase que pronunció, hace más de 40 años, la directora de la escuela católica en la que me formé: “Un árbol que crece torcido jamás su tronco endereza”. Si bien es cierto que dicha expresión nunca iba explícitamente dirigida hacia mí, sin embargo, flotaba alrededor mío como amenaza siempre…
¿Y si del árbol caído hacemos otra cosa (que no sea leña)? Cuando vemos un árbol caído observamos un tronco “truncado”, en el sentido de interrumpido en su crecimiento hacia arriba. Esta afirmación nos puede conducir a dos reflexiones y un juego de palabras. 1 La primera de ellas tiene que ver con la representación…