De la Fotografía al Arte de Vivir.
«“La sombra -explica Leonardo Da Vinci- es una carencia de luz (…). Por su naturaleza, la sombra pertenece a la oscuridad, mientras que la luz, por su naturaleza, pertenece a la luminosidad. La una esconde, la otra revela. Siempre están juntos sobre los cuerpos; y la sombra tiene más poder que la luz (…) La sombra es el medio por el cual los cuerpos revelan sus formas. (…) Así la oscuridad es el primer eslabón de la sombra y la luz el último.»
Leonardo Da Vinci. Tratado sobre Pintura
En fotografía, existe la necesidad de «traducir» con mayor precisión la relación que hay entre «lo que se ve» y «lo que se fija como resultado» para que haya una correlación directa entre uno y el otro.
Esta diferencia radica en que el Rango Dinámico del ojo humano es mucho más rico que el de las cámaras, films o papeles de impresión, y se mueve entre los valores de 1 a 1.000.000, desde la máxima oscuridad en la que puede ver hasta la mayor luminosidad que es capaz de tolerar (Wikipedia).

En el Sistema de Zonas de Ansel Adams (reconocido fotógrafo norteamericano) para fotografías en blanco y negro, la progresión gradual de la luz se divide en diez áreas que van desde la oscuridad absoluta (negro puro) a la luminosidad máxima (blanco puro), de tal manera que a partir de la escala de grises existente entre ambas polaridades, podamos interpretar y valorar mejor el mundo visible, y previsualizar la imagen final antes de hacer la toma.

Así pues, una sombra puede estar rica en detalles y tonalidades que aporten dimensionalidad a la imagen plana, o bien, registrarse en el negativo como un área oscura sin información (Zona 0 y I) que al imprimirse se vea como un área de negro absoluto. Y lo mismo sucede con las luces que caen en el blanco puro de la Zona X.
En esta era digital instantánea y editable, olvidamos que una fotografía analógica se obtiene gracias a un proceso químico y foto-químico que requiere tiempo. Y una buena dosis de estrategia para planear cada paso. Primero, hay que exponer a la luz la película-film fotosensible (imagen latente); después, hay que revelar la imagen y fijarla (negativo); y por último, proyectar -imprimir- la luz a través del negativo sobre un medio previamente sensibilizado, para volver a revelar y fijar la imagen -esta vez- en positivo.

Desprovistos del color, aprendemos a valorar que los matices, las formas, las texturas, los contornos, los relieves, las profundidades y los detalles adquieren más importancia. Son el lenguaje silencioso de la expresión visual que cala, resuena y despierta el inconsciente.
Las luces y sombras como recurso visual para narrar nuestra historia; para ambientarla, darle ritmo y hasta dramatismo escénico si así lo deseamos, o por el contrario, dotarlas de suavidad.


Dos alcatraces. Dos estilos. Dos visiones. Mismo lenguaje.
El resultado depende de la intención, de lo que se desea comunicar. Asi, el interés personal de Robert Mapplethorpe (1946-1989) por explorar el erotismo sexual es palpable en la imagen de la flor, mientras que en Chema Madoz es el concepto, siguiendo los pasos del diseñador e ilustrador hispanoargentino Juan Fresán (1937-2004).
Y es partir de ahí que la técnica y el método -como el Sistema de Zonas de Ansel Adams- nos ayudan a controlar las múltiples variables a lo largo de todo el proceso creativo para llegar al resultado deseado.
Como regla general, suele decirse que hay que “exponer para la sombras y revelar para las luces” porque «el tiempo de exposición tiene un efecto directo sobre las zonas más oscuras de la composición, mientras que el tiempo de revelado lo tiene sobre las zonas más claras.»(Wikipedia)
¿Podría ser esta regla fotográfica una metáfora de la vida?
Y de la Fotografía, al Arte de Vivir.
1. Los opuestos complementarios

1. En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
3. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
4. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad;
5. y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero.
Génesis 1
La luz surge progresivamente desde la oscuridad tanto en el Génesis del Antiguo Testamento, como en el Tratado de Pintura de Leonardo Da Vinci y en el Sistema de Zonas de Anselm Adams.
El principio generador de las dos fuerzas opuestas y complementarias está presente también en la cosmología de los antiguos mexicanos con el dios de la dualidad Ometeotl, llamado Tonantzin, Totahtzin, «Nuestra Madre, Nuestro Padre» y Tloque Nahuaque, «Dueño del cerca y del junto» (Códice florentino. VI, 1r. y 5r.).

Y en las enseñanzas de Confucio y Lao-Tsé «porque, el ser y el no-ser se engendran mutuamente” (Tao Te King).

2. El punto medio
Los fotómetros que se utilizan en fotografía están diseñados para situar el valor tonal de la luz medida en la Zona V, el punto medio del Sistema de Zonas (valores del 0 a X). Esta cualidad lo convierte en la clave para ajustar los pasos y combinar las variables -la apertura del diafragma, el tiempo de exposición y la sensibilidad del ISO-, hacia el negro o hacia el blanco según lo deseado.


Al correr de los años me sorprendió descubrir que el punto medio del Sistema de Zonas guarda similitud con la idea del Camino del Medio que contemplan los budistas como vía espiritual para alcanzar el estado del nirvana siguiendo el ejemplo de Gautama Buda, y que poco o nada tiene que ver con la concepción del color gris como un estado uniforme o indefinido, difuso, soso y aburrido, aunque eviten tocar los extremos (la sal y la pimienta de la vida).
Sin embargo, la mayor revelación y el mayor reto lo encontré en la práctica de las artes marciales, el taichi y el qigong incluídos, ya que el punto medio equivale al centro, es decir, a pasar por el punto de unión con el fin de conectar e integrar la energía del Cielo y de la Tierra en el movimiento del Yin hacia el Yang y viceversa. Parece sencillo, pero no lo es. Créanme.

El centro es un punto activo y dinámico de transformación puesto que la transmutación y la transformación de la energía sucede durante la transición (del latín transitĭo) del Yin al Yang y viceversa.

Quizá por ello, nuestro centro es el lugar desde donde fortalecernos, enraizarnos, expandirnos y transformarnos. El punto de equilibrio.
Sin embargo, es importante recordar que en la filosofía taoísta en la que se sustentan las artes marciales, el medio es un punto equidistante en la transición hacia el opuesto complementario; un paso en el arte de transcurrir por los extremos sin detenerse en ellos porque detenerse es interrumpir el flujo. Estancarse. Es tan dañino permanecer fijo en el medio como en uno de los extremos (estar en exceso).
Ya por último, las sombras, las luces y el punto medio de la fotografía nos enseñan a ver, observar y valorar la cualidad de la luz, para así saber incorporar y apreciar tanto el contraste como los matices intermedios que conforman el circulo infinito del fluir de la vida: el 0 (cero) del vacío que todo lo integra, y el I (uno) del primer paso del Sistema de Zonas.
Y a falta de fotómetro para medir el punto medio de nuestra propia luz, cabría reflexionar si a base de exponer las sombras podemos revelar las luces de nuestro paisaje personal, en blanco y negro y sin color, para así liberar la luz que aguarda latente y llena de posibilidades en el interior del movimiento de ese primer paso a oscuras.

“En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible”.
Albert Camus