Esa es la prometedora metáfora que nos trae el nuevo año lunar del calendario chino que comenzó con la primera luna nueva de febrero (el día 11 en la noche).
Al mirar al búfalo 牛 (niú) -el animal cuyos atributos permearán todo el año- echado en el suelo de la escultura de jade, nos preguntamos si conseguiremos levantarnos. Lo vemos y no podemos evitar identificarnos con el animal, cansados de la inestabilidad, el pesimismo y la incertidumbre que impregnó el año del 2020.
Deseamos dejar atrás la pesadez y salir de la inmovilidad con la misma rapidez con la que le damos la vuelta a la hoja de un calendario que llegó a su fin, pero dudamos porque el peso de la inercia acumulada y la desazón en el corazón continúa arrastrándonos hacia la misma dirección pese a nuestro profundo deseo de cambio.
Es en este aspecto en donde nos da esperanzas el nuevo año lunar del 2021. Primero, nos dice que es una vaca -y no un toro ni un buey ni un búfalo- porque es Yin, y por lo tanto, posee la cualidad femenina generadora de vida.

Nos pide que pensemos en esta Vaca Yin como un valle fértil, extenso y llano; una tierra rica en nutrientes junto a un lago de agua pura y cristalina que la abastece constantemente para que sea posible manifestar un paisaje de prosperidad y abundancia (porque si fuera Yang, sería una tierra caliente, seca y sin agua).
Esta tierra Yin es un espacio abierto que alberga y nutre a los seres vivos que la habitan, que acepta la luz del sol y se adapta a la intensidad de su luz con el fluir de las estaciones (primavera, verano, otoño e invierno), que recibe y absorbe el agua que cae con la lluvia, la energía del viento o la electricidad del trueno. Es un valle fértil lleno de vida.

Para comprender la cosmología detrás del signo de la vaca Yin, podemos acercarnos al libro de los cambios o I Ching. En él, la energía femenina lo encontramos en el segundo hexagrama de nombre Kun 坤 («Lo Receptivo», «La Tierra», «La Protección», «El Flujo» y «La perseverancia» ), formado por los caracteres “tierra” y “Shen” (el espíritu puro o la conciencia). Es interesante saber que en las versiones más antiguas, Shen se representaba con la imagen de una espiral doble aludiendo a la energía cíclica, oculta, acumulada y contenida que se expresa externamente con la fuerza del relámpago, o dentro de uno mismo, con la liberación explosiva en el momento de la iluminación mística espiritual, el Satori, el Nirvana o el Kundalini.
Porque Yin alude a la fortaleza femenina necesaria para gestar y dar a luz:
“La tierra nos enseña a perseverar incluso cuando no hay una meta visible, cuando nada parece posible. Nos dice que en algún lugar nos espera una solución, si estamos abiertos a ella. Incluso antes de que podamos ver algo, si tenemos un corazón abierto y receptivo, nos encontrará.”
(https://www.yijing.nl/trigrams/2-kun.html)
Y segundo, si esta imagen de la tierra como un valle rico y fértil fuera insuficiente para entusiasmarnos, nos dice que la vaca del 2021 es del elemento metal, en concreto, que está compuesta de oro y gemas preciosas, por eso es dorada.
Valga decir que esta vaca de metal es una tierra de tesoros. Eso sí, para cosechar, primero hay que sembrar.
Vista así, se comprende la impaciencia del niño pequeño que arrea a la vaca tumbada en el suelo para terminar de arar la tierra cuanto antes y comenzar a sembrar, pero quien se haya enfrentado a la misma situación, sabe lo difícil que resulta mover a un animal que no desea hacerlo.

El niño lo intenta de una forma y de otra para que se levante, pero no hay caso.

Sin embargo, no se da por vencido y ante la rotundidad del bovino que de por sí es lento y testarudo por naturaleza, surge la tenacidad, el ingenio y la perspicacia del niño quien regresa con un ramillete de arroz para hacerle cosquillas por debajo de la oreja.
Finalmente, lo consigue y el animal -tal vez tentado por la promesa de comida- comienza a desdoblar su pata delantera para ponerse en movimiento.

Su rostro de felicidad lo dice todo.
En la nota del museo que acompaña a la escultura de jade al inicio de la nota (arriba) se lee:
“Un pastor con un búfalo de agua (considerado en la misma categoría de animal que un buey en China), que a menudo se muestra tomando un respiro después de una ajetreada jornada en el arado, simbolizaba una vida ideal de paz y prosperidad en la China agraria. En este ejemplo de jade, la espiga de arroz en la mano del niño alude al deseo de una cosecha abundante.
Los invito a ser el niño alegre, creativo, paciente y tenaz capaz de mover montañas.
¡Buena cosecha!
Crédito imagen superior: “Herdboy with Water Buffalo”, escultura de nefrita (un tipo de jade) esculpida en el siglo XVIII. Biblioteca digitalizada del Museo Metropolitano de Nueva York.
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